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Testimonio de Carlos López García

Hola mi nombre es Carlos Nahúm López García, vivo en Morelia, Michoacán y soy médico de profesión. Al día de hoy tengo casi cuatro meses diagnosticado de leucemia.


Antes del diagnóstico mi vida transcurría entregado al trabajo y mis ratos libres dedicados a convivir con mi familia, aún cuando ya había recibido una llamada de atención en enero del 2002 cuando tuve un connato de infarto que me llevó a la sala de terapia intensiva, hubo un pequeño cambio en el sentido de mi vida, sin embargo al paso del tiempo uno vuelve a tomar su rutina y se va olvidando de los sucesos.


Se entrega uno a los valores económicos y, en general, a las cosas materiales.

Previo a mi diagnóstico yo me sentía mal, lo que es más, dos semanas antes de saber de mi enfermedad, había soñado dos noches que me decían que tenía cáncer: Algo me estaba avisando.


Al recibir la noticia, todo fue tan vertiginoso que se agolparon miles de ideas en mi cabeza, aún en mi condición de médico al darme la noticia inmediatamente la ligue con la muerte. En realidad mi sentimiento principal fue de gran tristeza por perder la oportunidad de vivir la vida, que es realmente hermosa y buena con uno. Pensé inmediatamente en mis hijos y en mi esposa que como siempre estaba a mi lado.


Fueron días de insomnio, de infinita tristeza y de pensar en el futuro de mi familia, y de lo que sería de ellos sin mi presencia y sin mi apoyo. Siempre pensé que al recibir una noticia de este tipo no lo resistiría, sin embargo como dicen por ahí: Dios no te manda más de lo que puedes soportar.

Y al paso de los días, de ir ordenando ideas, de analizar las circunstancias y de aplicar el principio que siempre ha regido mi vida, y que es el de ir por la vida siempre de frente, afrontar todos los problemas de la índole que sean, de cara atacándolos con valentía, respeto y dignidad; pensé que la mejor enseñanza que les puedo dar a mis hijos es vivir la vida sin miedo, con alegría, disfrutar cada momento y el día a día con calidad.


Mi familia, mi esposa y mis hijos, sobre todo el menor que es varón y que tiene sólo ocho años, fueron el motor principal que me impulsó a enfrentar la enfermedad, a hacerme la promesa de que me la quitaría y prometerle a mi esposa que por ganas no quedaría y que pondría todo de mi parte para dejar atrás la enfermedad.


Esta situación me hizo recibir múltiples manifestaciones de amistad, de apoyo, de hacerme saber que le intereso a la gente; no sólo a mi familia, sino a la gente con la que convivo en el trabajo y también con la que no convivo. Esto me acercó más a la gente, he aprendido que la ayuda y la preocupación por uno, no siempre es humillación, ni chisme; es realmente interés franco y desinteresado.

Recién dado el diagnóstico mis expectativas de vida se reducían a diecinueve meses, porque creían que mis condiciones no daban más tiempo. Sin embargo al comenzar a ver los resultados de mis estudios luego del tratamiento, de tener fe y del apoyo de la gente y mi familia, hoy estoy cien por ciento seguro que me estoy curando, y que la vida me está dando la oportunidad de vivir mucho tiempo al lado de mis seres queridos y de la gente que se interesa por mí.


Considero como parte fundamental de mi buena respuesta a la enfermedad, las muestras de cariño, de preocupación y de apoyo que he recibido en general de la gente. También mi fe en Dios, fe en mi mismo platicando con mi cuerpo invitándolo a enfrentar la enfermedad, en ser más conciente en mis cuidados personales, ya que de no ser así puedo tener resultados fatales.

Considero que el punto más importante es tener una buena actitud, que ya estando en esta situación, que no debería ser así, debe uno vivir a tope cada día, cada hora, cada minuto; y tomarlo como una oportunidad que nos da la vida de estar en paz con todos, pero sobretodo con uno mismo y con la vida.


Hoy, aunque nunca me he considerando indolente, me preocupo más por las necesidades y el dolor de los demás, hoy valoro más la capacidad de trabajar, hoy el real valor lo tienen las cosas sencillas y la vida misma. Hoy le doy gracias a la vida por lo que me ha dado: mi esposa, mis hijos, mi familia, mis compañeros, mi trabajo.


Mi enfermedad ha restringido de momento, y espero que sea muy poco, la asistencia a mi trabajo con la consecuente disminución en mis ingresos, por concepto de consultas y cirugías, por tal motivo también debí tomar en cuenta estos aspectos para el tratamiento que debería seguir, ya que además de que elegí el que mejores resultados ofrece, también debí considerar aquel que me representara menos efectos adversos, y por lo tanto menores índices de ausencia a mis actividades laborales.

Puedo concluir que la mejor manera de enfrentar la enfermedad es con una actitud positiva, convencido de que se puede vencer el cáncer, el apoyo de la familia es básico para conseguirlo y seguir al pie de la letra todas las indicaciones médicas, de dieta y de cuidados en general.


Hoy yo estoy convencido de mis avances y sé que muy pronto voy a reintegrarme al 100% a mis actividades diarias.
Aprovecho además para dar mi más profundo agradecimiento a mi esposa por su amor, sus cuidados y el apoyo incondicional que siempre me ha dado.


Carlos Nahúm López García

 

 

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