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Testimonio de Oriana Chantall Juárez Yin

 

Mi nombre es Oriana Chantall Juárez Yin,  tengo 38 años, soy casada y tengo dos hijos, de 18 y 14 años.  Estudié Contaduría Pública y trabajo para el Gobierno Federal, administrando un Tribunal.
Por las edades de mis hijos podrán darse cuenta de que fui muy precoz, siempre he considerado que todo en mi vida ocurrió demasiado temprano: mi vida laboral la inicié a los 17 años (aún sigo trabajando donde mismo), a los diecinueve fui mamá por primera vez y a los 35 ya tenía cáncer de mama.
No tengo familiares cercanos con historias de cáncer, así que todo fue novedad, desde la manera de manejar la noticia, hasta la búsqueda de las alternativas.

El descubrimiento prácticamente lo hice sola en abril del 2011. Una noche tuve en el seno izquierdo. Un mes después se repitió pero más intenso. Observé además en la parte baja del seno izquierdo una pequeña sombra y el pezón mostraba una grieta. Sin consultar con ningún médico decidí hacerme una mastografía y ahí me sugirieron que me hiciera un ultrasonido porque justamente en la mama de la molestia había una “bolita” que no se veía bien.
Inmediatamente me pasaron con la médico radiólogo y ella me hizo el estudio, de la manera más sutil que pudo me dijo que lo mío era serio y que había que tomar cartas en el asunto inmediatamente: “Debes ver a un oncólogo”, concluyó. Palabras mágicas que lograron la  aparición de las lágrimas inmediatamente. Afortunadamente mi esposo estuvo a mi lado, trataba de consolarme, pero yo imaginaba que vendría la época más dura de mi vida.

Apoyada por un excelente ginecólogo, quien además es mi primo, se buscaron las mejores alternativas para la cirugía y el tratamiento.
A finales de mayo de ese mismo año, me sometieron a una mastectomía radical modificada con disección axilar, los estudios del tumor revelaron que era un cáncer de tipo hormonal y según mi oncólogo eran excelentes noticias, aunque estadificó mi cáncer en etapa IIB por tener metástasis en 3 de los 12 ganglios que me extrajeron.

En junio siguiente inicié mi tratamiento de quimioterapia, mismo que fue de seis sesiones, en intervalos de 21 días. Los efectos secundarios fueron muchos, aunque sin náuseas ni vómitos, la baja de defensas y la imposibilidad para alimentarme por el dolor que me producía deglutir, fueron el principal problema. Las infecciones atacaron tan fuerte que después del cuarto ciclo me mandaron al hospital con una neutropenia severa, por lo que tuve dos semanas de hospitalización luchando contra una infección, que ni siquiera se sabía a ciencia cierta, en donde se localizaba.

Tras una bomba de medicamentos para combatir todo tipo de infecciones, hongos y bacterias, el 15 de septiembre me dieron de alta para que “diera el Grito en mi casa”.

La alta morbilidad medular causada por la quimioterapia obligó a un cambio de esquema, por uno menos agresivo, para los últimos dos ciclos. La última quimioterapia fue el 14 de octubre pasado. Enseguida pasamos al tratamiento de radioterapia, que consistió en 28 sesiones, que concluyeron el 4 de enero de 2012. Como parte del tratamiento el último día de noviembre pasado, me extirparon los ovarios y por decisión propia también la matriz. Los estudios posteriores que me han realizado, PET CT, tomografías, rastreos, laboratorios, etc., no muestran indicios de cáncer por lo que se supone que estoy en remisión.
Durante todo el tratamiento dirigí mi oficina desde mi casa, porque aunque contaba con licencia médica, había que hacer cosas y yo podía y quería hacerlo. Eso me mantenía con algo diferente en qué pensar. Volví a la oficina físicamente antes incluso de recibir la radioterapia.

Aún no ha concluido mi tratamiento, porque como ya expliqué antes, aún falta una cirugía y que pasen los famosos “cinco años”.
Yo ya me siento curada, actualmente (después de dos años de iniciado el tratamiento) los achaques y dolencias que le deja a uno la quimioterapia, empiezan a desaparecer gradualmente, por lo que decidí empezar con la reconstrucción de la mama este mes de julio de 2013.
Perdí muchas cosas en los últimos dos años: la mama, el cabello, las pestañas, las cejas, el apetito, etc., pero al final el saldo fue positivo, me di cuenta de la maravillosa familia que tengo, de los verdaderos amigos y de lo que son capaces de hacer por mí. Además ahora tengo una cabellera nueva y sana con adorables rizos y el apetito volvió potenciado.

Ahora soy más feliz, agradezco todo, quiero vivirlo todo, verlo todo, amarlos a todos. No hay un después. Todo es ahora.

ORIANA CHANTALL

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Me pueden seguir en twitter @orianachantall

 

 

 

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